sábado, 21 de febrero de 2015

Amigo Sillón Verde.






Amigo Sillón Verde, hoy nos hemos vuelto a ver después de mucho tiempo...

Aún recuerdo cuando llegaste a nuestra casa, perdida en un angosto valle en el que se ubicaba la pequeña aldea en la que trabajaba; hace ya treinta y cinco años de eso, ¡cómo pasa el tiempo!...

Y me acompañaste, fielmente, en mis tardes y noches de lectura, estudio y trabajo, y me acogiste, cariñosamente, entre tus rígidos brazos... Jugaste con nuestras niñas chicas porque eras divertido (¡giratorio y con ruedas!)...

Fueron pasando los meses, los años y tú me seguías de un sitio a otro, acomodado en camiones de mudanzas...

Sucedió un día que mi hija pequeña se fijó en tí; le gustaste y te adoptó, y fuiste para ella igual que para mí: el soporte de sus trabajos, lecturas y sueños... Te rompiste; del uso, y te llevó con ella a otro lugar, lejos, y te perdí de vista, durante mucho tiempo ya no tuve noticias de tí... Y hoy nos hemos vuelto a encontrar; me he emocionado, te he observado en tu nuevo trabajo, que cumples a la perfección, sin darte importancia, con humildad pero insustituible...

Se me llenaron los ojos de lágrimas, amigo, cuando te vi, de nuevo y en el escenario de un teatro, volviendo a sostener el trabajo de tu chica; no podría haber imaginado un mejor destino para tus días de senectud, formando parte del atrezzo de una compañía dramática... Espero que lo disfrutes durante mucho tiempo... Adiós amigo, nos veremos en las tablas...